Opinión en video
Opinión en video
¬ Alejandro Páez Varela
¬ Álvaro Delgado Gómez
¬ Montserrat Antúnez
¬ Sugeyry Romina Gándara
¬ Manuel Gonzalez
@NanGoGu
@NanGoGu
@NanGoGu
@NanGoGu
@NanGoGu
12-06-2025 - 12:05 am
En América Latina han empezado el Plan Cóndor 2.0 para golpear a todos los gobiernos de izquierda, o a los gobiernos de derecha, como el de Panamá, que no sean capaces de frenar las protestas populares que provocan la sumisión a las exigencias norteamericanas y de las multinacionales.
Cui prodest? Se preguntaban los latinos clásico: ¿a quién beneficia? Los latinos del siglo XXI ya pueden empezar a preguntarse: ¿a quién le interesa que arda América Latina?
La Secretaria de Seguridad de los EU, Kristi Noem, acusa al Gobierno de México de provocar la violencia en Los Ángeles y otros lugares de Norteamérica. Lo hace sin pruebas y presenta como una rebelión lo que no es sino la exigencia de un trato acorde a derecho de los migrantes mexicanos en el país. El Gobierno de Trump está lleno de maniquíes de diferentes ferias -desde las militares a las de empresarios enajenados, pasando por las de exclusivas modas para gente rica, que tienen la misma capacidad intelectual que un espantapájaros o una marioneta. Pero la declaración señalando al Gobierno de México es una provocación para subir la apuesta. Trump siempre hace lo mismo: amenaza e insulta para subir la apuesta.
Antes de morir, Samuel Huntington, que fue el gran intelectual junto con Zbigniew Brzezinski de la política, publicó en 2004 Quienes somos, una advertencia contra la inmigración latina en los EU. El subtítulo del libro era meridiano: "Los Desafíos a la Identidad Nacional Estadounidense". Según Huntington, los norteamericanos son descendientes de los peregrinos del Mayflower, anglosajones por tanto, mientras que los latinos son herederos de la Ilustración y la herencia española en el continente.
Me recuerda a cuando los hutus mataron en Ruanda a un millón de tutsis alimentados por una gran mentira: que eran dos razas diferentes. Se encargó una radio, la radio de las mil colinas, de propagar algo que se habían inventado los colonizadores de Bélgica para separar al pueblo ruandés. Huntington sabía que EU no puede vivir sin enemigos, porque cuando les falte, regresarán a la guerra civil. Lo hicieron con los españoles, con los mexicanos, con los nazis, los japoneses, los soviéticos, los vietnamitas, los árabes y, finalmente, los latinos.
Por supuesto que en la mirada de Huntington, donde el genocidio de los indios de Norteamérica no merece la pena ni ser mencionado, los indios al sur del Rio Bravo son también inexistentes y en su argumentación prefería descartar a todos los latinos como infectados por la Ilustración y la revolución francesa de la que, con dos siglos de antelación, huyeron los puritanos que abandonaron Inglaterra para robarle sus tierras a los indios en Plymouth. Todo es mentira, pero también es mentira la historia de los EU que ha contado Hollywood y los gringos se la creen, de John Ford a Yellowstone.
Todos los documentos de defensa norteamericanos contemplan una futura guerra en China. En ese escenario necesitaban separar a Europa de Rusia, prenderle fuego a Asia, presionar a África y desestabilizar a América Latina.
Europa, después de más de 30 años en paz, vuelve a estar en guerra. Primero fue empujar a la OTAN hacia el Este, desde la desmembración de Yugoslavia, hasta pretender la incorporación a la alianza militar de Ucrania. A esa provocación y a la guerra en el Dombás, la parte prorrusa de Ucrania, se respondió por parte de Putin con la invasión. Luego vino la voladura del Nordstream 2, que ligaba a Alemania con Rusia. Esta semana pasada Trump, delante del Canciller alemán Merz, se ha atribuido la voladura de gasoducto: "Fui yo quien detuvo [el proyecto] Nord Stream 2, el mismo gasoducto que debía llegar a Alemania”. Luego, cuando Zelenski y Putin iban a sentarse hace tres años para terminar con la guerra, lo impidieron. Trump pone aranceles a Europa y le exige que aumente el presupuesto militar y que le compre las armas a EU. Europa está arrodillada.
Del genocidio en Palestina ya no podemos decir nada que no sea demostrar nuestro fracaso como seres humanos al no ser capaces de frenar esa barbarie que lleva por bombas, enfermedades y hambre 100 mil muertos, la mitad niños. África está igualmente ardiendo porque ni EU ni Francia quieren a los emergentes líderes de izquierda que empiezan a gobernar en la región.
Y en América Latina han empezado el Plan Cóndor 2.0 para golpear a todos los gobiernos de izquierda, o a los gobiernos de derecha, como el de Panamá, que no sean capaces de frenar las protestas populares que provocan la sumisión a las exigencias norteamericanas y de las multinacionales.
El escenario provoca inquietud. Intentar hacer paralelismo con el pasado siempre es atrevido. Porque ni siquiera dos gotas de agua son iguales. La Primera Guerra Mundial empezó por un suceso que parecía irrelevante en términos regionales: el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del trono austrohúngaro. Ocurrió en Sarajevo el 28 de junio de 1914, y el asesino fue el nacionalista serbio bosnio Gavrilo Princip, ese hecho desencadenó la guerra entre Austria-Hungría contra Serbia, que terminó, inesperadamente, en una guerra global.
La ruptura del equilibrio en el continente americano puede tener resultados catastróficos, porque una chispa puede desencadenar que se prenda la pradera. Y la chispa puede salir de cualquier sitio.
En Panamá ha estallado un conflicto social que puede terminar con el Gobierno del conservador Mulino y romper el frágil equilibrio en Centroamérica, en un momento en donde Donald Trump quiere controlar las rutas marítimas y energéticas en su conflicto con China. El Canal de Panama vuelve a ser un negocio de espías y criminales que puede terminar entre bombas.
Desde el retorno de la democracia en 1989 a Panamá no se registraba tamaño descontrol social. Hace poco más de un mes, sindicatos obreros y gremios docentes iniciaron una huelga nacional para protestar, inicialmente, por una reforma por Ley al sistema de pensiones. El país se ha paralizado, sumándose a la queja sobre las pensiones al acuerdo por el cual el Gobierno ha garantizado a Estados Unidos regresar a sus antiguas bases militares, así como su voluntad de reabrir una mina a cielo abierto cerrada por decisión judicial de la Corte Suprema de Justicia en 2023, que declaró la reapertura como inconstitucional.
Sindicalistas, mujeres, estudiantes, pensionistas han paralizado el país, lo que ha provocado, en vez de un diálogo entre el Gobierno y los manifestantes, una enorme represión que, a su vez, alimenta la protesta. Pero llueve sobre mojado. Panamá, siempre tan obediente desde que los EU bombardearon el barrio popular El Chorrillo en la operación de destitución de Roger Noriega, es uno de los países con las tasas de desigualdad más altas del continente, carente de servicios básicos, con salarios de miseria, un alto desempleo y una enorme informalidad laboral.
De las pocas victorias populares fue el cierre del proyecto minero de la empresa canadiense First Quantum Minerals, lo que dio nuevos bríos a las protestas. Perderlo sería un golpe a la autoestima que ha echado a la gente a las calles. Por eso la respuesta del Gobierno de José Raúl Mulino ha sido, como en la Argentina de Milei o El Salvador de Bukele, la criminalización de la protesta, la brutalidad policial y la detención de líderes políticos y sindicales, lo que ha llevado a alguno de ellos a pedir asilo en embajadas extranjeras.
Como en otros momentos de la historia, las empresas bananeras forman parte de la gramática del conflicto. Los trabajadores de Chiquita Brands, la mayor empresa bananera en el país, llevan más de un mes en huelga, con cortes de carreteras que han afectado a todo el país. El recorte de beneficios a los empleados en las pensiones generó la protesta. El despido de personal y el cierre de operaciones en la región de Bocas del Toro, además de pérdidas millonarias ha avivado las protestas, que se han ido extendiendo por todo el país. La violencia policial, en un momento de descrédito del Gobierno, no hace sino alimentar la protesta.
La represión en Los Ángeles de mexicanos radicados en los EU renueva la identidad mexicana. Me recuerda a cuando en la Alemania Oriental se reprimían las protestas que, al calor de la perestroika, reclamaban más libertades. El aumento de la represión terminó tumbando el Muro de Berlín.
No hay que olvidar que la pretensión de Donald Trump de anexionarse el Canal de Panamá no hace sino alimentar el fervor patriótico de un país que, pese a su juventud, tiene la misma conciencia nacional que otros de más larga data. Un joven de 20 años o alguien de 40 no necesita que su país tenga más de un siglo para sentirlo como parte de su proyecto de trascendencia. Ni Trump ni Mulino han entendido esto y el acercamiento a Panamá de batallones de marines norteamericanos no va a hacer sino calentar aún más los ánimos. Es ahí donde hay que entender que el conflicto puede desatarse y afectar a toda la región.
La alemana Deutsche Welle, un medio conservador, no ha dudado en titular la situación como una “rebelión social en un país fracasado”. Igual que los medios norteamericanos están acusando a México de estar detrás de las protestas, pese a que la Presidenta Scheinmbaum lo ha negado categóricamente. Tratar a un país de Estado fallido es la antesala de su invasión.
En EU se ha militarizado la respuesta a las protestas contra las expulsiones. Tratar a los mexicanos, centroamericanos o venezolanos en EU peor que como tratan a sus perros en Beverly Hills no va a calmar los ánimos. Al contrario.
Stephen Miller, que es asesor presidencial y autor de la agenda antimigrante de la Casa Blanca, fue a presionar al Servicio de Inmigración y Aduanas:
“Salgan y arresten a extranjeros ilegales”, les gritó Miller a los funcionarios según cuenta el Wall Street Journal. No hagan listas de indocumentados “criminales”, sino vayan a “Home Depot donde típicamente se congregan jornaleros para esperar que los contraten, o las tiendas de autoservicio 7-Eleven”. Obedientes, empezaron redadas más agresivas en los lugares de trabajo, en los estacionamientos donde esperan jornaleros a que los contraten.
Milei, Netanyahu o Trump quieren convertir la violencia policial y la persecución judicial en la norma de las democracias occidentales. Señalarán a Panamá, a México, a Venezuela como “países fracasados”, alimentando así la necesidad, en nombre de la libertad y la democracia, de recibir a los marines y sus bombas.
El continente latinoamericano sigue en disputa y por eso tantas noticias de disturbios. En Colombia hay un intento de acorralar al Presidente Petro. Han sido los intereses de la derecha los que han buscado asesinar al conservador precandidato presidencial Miguel Uribe para intentar debilitar al Gobierno de Gustavo Petro y los que han sembrado el país de bombas. Así la derecha empieza a pedir una negociación con el ejército para “salvaguardar la paz”. Ya lo hicieron en Ecuador asesinando al candidato presidencial Villavicencio para echarle la culpa al correísmo.
En la Ciudad de México, un día antes de las elección popular de los jueces, 500 policías y militares interrumpían, sin autorización de los representantes políticos, un concierto del cantante vasco Fermín Muguruza, con la única voluntad de quebrar la normalidad y generar ruido y disturbar las elecciones.
Milei y su cancerbero Bulrich mandaban este sábado detener al líder popular Juan Grabois mientras protestaba por los recortes en el Instituto Juan Domingo Perón. Han culminado su estrategia condenando e inhabilitando de por vida a Cristina Fernández de Kirchner, sin ninguna prueba, con jueces amigos del mandatario Macri, en un caso, el llamado vialidad, donde se han quebrado las normas básicas del derecho. Y donde, una vez más, el lawfare opera justo antes de un proceso electoral donde CFK iba a presentarse por la provincia de Buenos Aires.
En Bolivia la derecha observa emocionada el enfrentamiento entre el Presidente Lucho Arce y el expresidente Evo Morales.
Y EU no va a dejar de provocar casi a diario a México, cuando no es con vuelos en la frontera será con la represión a los migrantes o con jueces diciendo que las fábricas de armas que venden a los cárteles sus artilugios de muerte en el fondo son hermanitas de la caridad que viven honestamente de su trabajo.
Sin embargo, en América Latina gobierna la izquierda en el 56 por ciento de los países, frente al 19 por ciento que lo hacen en Europa, según un reciente estudio de la CELAG que dirige Alfredo Serrano.
Está claro que el camino de una derecha que ha perdido pie en el continente incluye la violencia. Lo que reclama mucha inteligencia de la izquierda para no cometer el error de entrar al trapo y justificar la represión. Claudia Scheimbaum lo ha entendido perfectamente.
Pronto hay elecciones en Honduras que muy probablemente ganará Rixi Moncada, del Partido Libertad y Refundación (Libre) de Mel Zelaya. Venezuela, contra viento y marea, sigue su senda de democracia popular y elegirá en julio a los representantes municipales. Se vuelven e intentan desatar protestas en Cuba desde las universidades, alentadas desde fuera del país. Y la política migratoria de EU promete desestabilizar todo el continente regresando por la fuerza a los migrantes que estaban trabajando en el país.
América Latina debe consolidar la CELAC y la UNASUR, y estar atenta a las vulneraciones de los derechos humanos en este momento de disputa. Que, a todas luces, tendrán que ver con los intentos de los EU de volver a hacer del continente su patio trasero. Ya lo son los gobiernos de Bukele, Milei, Mulino, Noboa, Peña o Boluarte, pero no sus pueblos.
Porque sus pueblos, como los de México, Brasil, Chile, Venezuela, Uruguay, Colombia, Bolivia, Honduras están en la calle precisamente para que no les roben la paz.
LEER
VER MENOS
12-06-2025 - 12:04 am
Tal como sucede con el tema de los aranceles parece más bien una estrategia que obedece a simple propaganda de la ideología que sustenta esa élite empresarial que tomó el poder con la segunda llegada de Trump, ya elegido por Dios.
La decisión de que la agencia para el control de la migración y las aduanas, ICE, hiciera redadas indiscriminadas en Los Ángeles tiene que haber considerado que esa es la ciudad que más rápido se incendia cuando hay flagrantes injusticias. Así lo fue en los motines de Watts en 1965, tras la absolución de los policías blancos que habían agredido a Rodney King en 1991, Black Lives Matter de 2013 y los disturbios tras el asesinato de George Floyd en 2020. No había manera de haber hecho un mal cálculo y pensar que los mexicanos en Los Ángeles no saldrían a marchar por miles. La decisión de Trump ha tenido distintas interpretaciones. Bernie Sanders, el eterno opositor demócrata, dice que es la intentona de Trump de extender su poder hacia lo militar blandiendo a la Guardia Nacional y a los marines como si California se tratara de un terreno invadido. John Stewart en su programa de sátira política se preguntó: “Antes de que estuviéramos hablando del Tren de Aragua transformado en el Home Depot, ¿qué era de lo que estábamos hablando?” Se refería, por supuesto, al dicho de Elon Musk al renunciar a su cargo en la burocracia dorada de la Casa Blanca, aquel en el que implicó al Presidente Trump en la red de pederastia del magnate suicidado en prisión, Jeffrey Epstein. Por su parte, algunos actores de Hollywood han visto en la decisión de atacar a los mexicanos en Los Ángeles como una puya contra todas las ciudades santuario, que son demócratas, en una especie de preparación para la elección en cuatro años más. La propia secretaria de seguridad nacional, Kristi Noem aprovechó el viaje para tensar las relaciones con México de la manera más petulante y morónica que se le ocurrió confundiendo las convocatorias de la Presidenta Sheinbaum en el Zócalo con un llamado a la insurrección de los angelinos.
Creo que las cosas son más estúpidas de lo que parecen porque solemos pensar en que los presidentes y las élites en los EU son malévolas, con estrategias de largo plazo, donde no se sabe bien hacia donde apuntan sobre todo al principio. Pero tal como sucede con el tema de los aranceles parece más bien una estrategia que obedece a simple propaganda de la ideología que sustenta esa élite empresarial que tomó el poder con la segunda llegada del Trump ya elegido por Dios. De eso se trata esa columna. De lo que ideológicamente piensan Trump y los super millonarios como Elon Musk de gente como nosotros y lo que esa ideología los lleva a perpetrar sin miramientos con la realidad.
Lo primero que debo decir es que la idea me vino al leer los chats de las transmisiones en vivo de las protestas en Los Ángeles, Nueva York, y Chicago. Había una mayoría diciendo el clásico de “que se pongan a trabajar, que consigan un trabajo” a quienes justo estaban protestando para poder seguir trabajando en el país. Había otros que decían que eran puros criminales y una señora se preguntaba: “No entiendo si quieren hacerse mexicanos o que California se le regrese a México”. Se referían a la fotografía que justo Elon Musk había puesto en su red particular, X, de un hombre con una bandera mexicana delante de un coche en llamas. Su comentario era: “Esto no debe permitirse”. Es decir, azuzaba a los usuarios de derecha a escupir su xenofobia, racismo, e ignorancia. Lo cierto es que fueron enormes manifestaciones pacíficas de ciudadanos con doble nacionalidad, no necesariamente sin papeles, exigiendo la salida de la agencia de inmigración de Los Ángeles contra uno de los cinco ---cinco--- coches quemados en toda la jornada de ese día. Dejo dos datos para acompañar la fotografía y los chats: sólo el 7 por ciento de los sin papeles en los EU tienen antecedentes criminales; y el otro: se calcula que quienes se consideran parte del Make America Great Again, es decir, los que consideran que ser mexicano y delincuente son sinónimos, la base fascista del Partido republicano, son entre 50 y 80 millones de estadunidenses. Es una lucha muy desigual.
Pero, ¿qué piensa Trump sobre los mexicanos? Lo ha dicho desde su primera Presidencia: dice que son criminales y ahora ha agregado a los venezolanos, haitianos que se comen a las mascotas, y a los que vienen del Congo que, según él, abrieron sus cárceles para que sus delincuentes entraran a EU, cuando lo que sucedió es que dejaron ir a prisión domiciliaria a varios por la saturación de las cárceles. Los congoleños salieron de ahí con problemas mentales y de movilidad pero Trump asegura que aparecieron en los aeropuertos de su país, listos para delinquir. Trump ha dicho, también, que, mientras le quita las residencias a universitarios, personas que habían obtenido ya su permiso por vías legales, y hasta ciudadanos estadunidenses, lo que quiere es vender visas doradas en un millón de dólares.
Aquí debo hacer un alto. Trump es un neoliberal de los que surgieron tras las crisis del capitalismo en 2008, 2013 con el aumento de la migración sin papeles, y 2020, con la pandemia. Es un sector del neoliberalismo que introdujo la pseudociencia a sus políticas públicas. Se trata de una élite financiera y de la tecnología que cree en los tres fuertes: una naturaleza humana separada en razas, fronteras cerradas a la inmigración, y monedas sólidas como el oro y ---ellos dicen--- sus propias criptomonedas. Siguen conservando la misma idea de siempre de los neoliberales: que el Estado está para salvar al capitalismo por medio de rescates, recortes de impuestos a los más ricos, y desaparición del Estado de Bienestar. Pero han introducido una variante pseudo científica según la cual no es cierto que no existan las razas, como nos dice el estudio de DNA, sino que la sola apariencia física, y el lugar de donde vienen tus ancestros, divide a los humanos en gente que puede ser competitiva en un mercado, sea económico o político, y gente que, de plano, está perdida y no saldrá nunca de su atraso. Lo basan en unos estudios patito de biólogos y psiquiatras de las universidades gringas que distorsionado los datos de las mediciones de la inteligencia, el desacreditado IQ, con las supuestas razas que sólo ellos ven. Digo, para empezar ellos ven “latinos” o “hispanos”, sin considerar ya no los países de origen, sino contextos históricos y socio-económicos. Para estos pseudocientíficos del nuevo neoliberalismo, que es fascista, habría poblaciones que son aptas para los mercados y otras que no. Unas pueden competir, otras nomás trabajar por un dólar la hora bajo el rayo del sol. Han reeditado la vieja ideología racista de los climas donde los habitantes del frío son más aptos que los del trópico, una idea de las más perniciosas ideas del viejo Aristóteles, junto con que la democracia era peligrosa. Hay pobres y ricos determinados por la naturaleza por lo tanto es inútil toda política que luche por la igualdad. Es, como dijo Charles Murray en la reunión de la crema nata del neoliberalismo, la reunión de la Sociedad Mont Pelerin, fundada por Hayek, von Mises, y Milton Friedman, en 1996 en Cancún: “la lucha por la igualdad o la equidad es contra la naturaleza y contra el Dios que la creó”. Se funda así la tomadura de pelo llamada la “etno-economía”, cuya premisa es que existen unas razas hechas para triunfar en el mercado y otras para fracasar. Así, el Estado que rescata a las élites empresariales lo que estaría haciendo es dejar de perder el tiempo en programas sociales para gente que está perdida de antemano, por genética. Eso es justo en lo que cree Trump, junto con la base fascista del partido Republicano, el MAGA, y no tiene consideración por los datos de lo que aportan los trabajadores mexicanos, con o sin papeles, con doble o única nacionalidad, a la economía de los Estados Unidos. No tiene tampoco consideraciones de orden moral al atacar a ciudadanos y despojarlos de sus derechos al ser detenidos sólo por ser morenos o traer tatuajes. Para él, está sirviendo a Dios si se deshace de ellos. Los únicos que importan son los que por naturaleza son millonarios, no los que trabajan para sobrevivir. Al ser esto una creencia enmarca las acciones de sus creyentes y, de ahí, alguien puede desplegar a su agencia anti-inmigrante en una ciudad casi siempre alerta como Los Ángeles. Cree también que las visas deberían ser otra mercancía más. Cree que los Estados-Nación no deberían de ser los establecidos por la Constitución para todos sus ciudadanos, sino sólo para los que por genética pertenezcan a ellas. En el esquema de la etno-economía, los ricos establecen contratos con quienes quieren que sean sus vecinos. Sólo la estabilidad de lo homogéneo es buena para hacer negocios y puede hacer que los mercados funcionen como nos dicen los neoliberales. Así que se trata de multiplicar los apartheids, de mantener separadas a las supuestas razas, y verlos prosperar en su homogeneidad e inamovilidad cultural. Pero, a todo esto, ¿de que hablan estos fascistas yanquis cuando hablan de “cultura norteamericana”? De una ficción de que sólo ellos son la civilización cristiana que portan en sus genes la libertad que no es democrática, sino sólo para quienes pueden ejercerla desde una corporación. Por eso la llaman “etno-economía” y no “etno-Estado”.
La élite que rodea a Trump, la de los tecno-fascistas como Musk, Bezos, Zuckerberg, Peter Thiel, el de Pay pal, y los autores de criptomonedas, han creado, además, otro esperpento ideológico. Me refiero al llamado “transhumanismo”, que no es otra cosa que Mentes humanas cargadas en computadoras para vivir eternamente en un paraíso de silicio, vigiladas por una Inteligencia Artificial como un Dios benévolo; un imperio en constante expansión que abarca las estrellas, destruye planetas y consume galaxias. Elon Musk ha dicho que la lucha no es entre ricos y pobres, trabajadores y capitalistas, sino entre existincionistas y expansionistas, es decir, los que demandamos que se tomen medidas globales para evitar la crisi climática y los que creen que debemos concentrarnos en irnos todos a Marte y que la tecnología resolverá cualquier problema humano, ambiental, y político. El imperativo moral sería “salvar a la Humanidad” y, para ello, acelerar el crecimiento de todo: el consumo de energía, las tecnologías, las tierras raras, la sobrexplotación de los trabajadores y de las mujeres porque se necesitarían un trillón de humanos para poblar la galaxia. No es broma. Es un cálculo que han hecho Musk y sus tecno-fascistas que hablan de ese futuro sobre el que no hay ningún adelanto científico para llevarlo acabo, pero que sí les reporta contratos con la NASA y el Pentágono, y pueden lanzar a una cantante a un vuelo espacial para promocionarse. El crecimiento ilimitado es una de las mentiras con las que Silicon valley nos quiere convencer de la necesidad de que tengan cada vez más dinero. No existe tal cosa como un crecimiento exponencial que no se detenga jamás en un desplome. Si vemos cómo se reproduce las bacterias en una sopa sabremos que llega un punto en que todas se mueren. Pero lo tecno fascistas hablan de que la tecnología está en un desarrollo exponencial que provocará algo que llaman “la singularidad”, es decir, un momento que han calculado para 2008 y no llegó y ahora están sobre el 2045 cuando toda la vida humana cambiará gracias a sus supercomputadoras de la Inteligencia Artificial. Es la ideología de la salvación por medio de la tecnología, algo que Trump probó en sus recortes al gasto público, las detenciones de supuestos delincuentes que fueron embarcados a una cárcel de El Salvador de Bukele, y con la consigna de obtener los datos biométricos de todo el planeta.
Otro desarrollo falaz de estos tecno-fascistas son las criptomonedas que creen en la desregulación de los bancos centrales y los Estados-nacionales. En 2022, el consumo energético mundial debido a la actividad de las criptomonedas se estimó en 120 mil a 240 mil millones de kilovatios-hora, más energía eléctrica que la que consume toda Australia en un año. La huella de carbono asociada a las criptomonedas es enorme, con emisiones de aproximadamente 140 millones de toneladas métricas de carbono al año, más que las emisiones anuales de Austria, Noruega y Portugal juntos. A cambio de esta contaminación ambiental, la economía obtiene un instrumento financiero no regulado y una vía segura de lavado de dinero. Tanto la patraña de que existe la ciencia para poblar Marte como las criptomonedas son una forma de distraernos con una utopía técnica para que no veamos el dineral que les estamos otorgando a todos estos rentistas de plataformas digitales, sólo por el hecho de sentarnos a usarlas.
Unos hombres blancos y ricos que piensan que son superiores genéticamente combinados con una creencia ciega en que todo problema social, político, y ambiental se resuelve con más contratos para la industria tecnológica, eso lo en lo que Trump y Musk creen. Y, mientras los agentes de la migra se enfrentan a los protestantes mexicanos, las cuentas de los billonarios vuelven a crecer.
LEER
VER MENOS
12-06-2025 - 12:02 am
El problema de fondo es que no hay intereses organizados que defiendan con claridad un orden institucional diferente. Nadie parece estar realmente dispuesto a pelear por un Estado regido por reglas universales, por tribunales imparciales, por una burocracia profesional, por una economía basada en competencia, por servicios públicos garantizados.
En México la oposición se ha vuelto enclenque. Fuerzas que parecían sólidas, como el PAN, han mostrado su fragilidad congénita: aunque sigue siendo el principal partido opositor, muchos de sus cuadros no tienen empacho en mudarse a Morena si eso les permite mantener cuotas, posiciones o contratos. El PRI es ya apenas un cascarón en vías de extinción, cuyos operadores de siempre se sienten perfectamente cómodos en la nueva coalición con aspiraciones hegemónicas. Movimiento Ciudadano ha intentado construir un discurso diferenciador, pero sus éxitos locales dependen de su capacidad para atraer maquinarias políticas que lo mismo han servido al PAN que al PRI y que mañana podrían jurar lealtad a Morena sin el menor conflicto ideológico. No es un problema de discurso ni de estrategia, sino de intereses: no hay actores con suficiente fuerza o convicción para sostener una alternativa organizada frente al nuevo partido dominante.
Morena ha ocupado con eficacia apabullante el espacio que antes tenía el PRI: el centro natural de la negociación del poder. No representa un proyecto de país, ni encarna una opción ideológica. Es una maquinaria de integración oportunista de actores que buscan posicionarse, conservar sus privilegios o acceder a nuevos. Es el lugar más eficaz para negociar cuotas, candidaturas, contratos, canonjías, protección, impunidad.
Por eso vemos ahí a operadores políticos de todos los colores como peces en el agua. Viejos priistas que habían sido desplazados, cuadros panistas reconvertidos, liderazgos locales de la izquierda, todos encuentran en Morena un espacio amplio, generoso, sin exigencias doctrinales ni compromisos democráticos. La única condición es la lealtad al liderazgo presidencial y la disposición a sumarse a la lógica del reparto.
Morena ha recreado las condiciones de operación del viejo régimen de acceso limitado. El Estado vuelve a ser el botín a repartir entre grupos que negocian su lugar en la pirámide del poder. Por eso les gusta tanto hablar de pueblo, no de ciudadanía. Lo que cuenta es la disciplina, no las convicciones. La estructura partidista se diluye en coaliciones locales de intereses que se reacomodan según la ocasión. Como en los mejores tiempos del PRI, lo relevante es con quién negocias y qué controlas. La afinidad ideológica o ética es irrelevante.
La debilidad de la oposición es, en el fondo, un problema estructural. No existen intereses sociales suficientemente cohesionados y con vigor para confrontar a Morena desde fuera de su lógica. Los grandes grupos empresariales entendieron rápido que podían arreglarse directamente con López Obrador, y ahora lo hacen con su sucesora. La defensa de sus negocios no pasa por organismos reguladores fuertes, ni por tribunales imparciales. Como en los viejos buenos tiempos del PRI, basta con una interlocución directa para mantener los privilegios. Les resulta más eficaz el acuerdo personal que la competencia bien regulada y los tribunales imparciales. Por eso no se han opuesto con seriedad a la captura del Poder Judicial.
El movimiento obrero independiente desapareció en México desde la década de 1930. Las dirigencias corporativas, enganchadas al régimen, suplantaron la representación auténtica de los intereses laborales. Durante la transición democrática no se tocó esa estructura. Los viejos sindicatos se acomodaron con facilidad en el nuevo orden y ahora se sienten igual de cómodos en el nuevo–viejo arreglo. Las reformas laborales que prometían democratización sindical se quedaron en promesa. Simulación sobre simulación. Los liderazgos siguen atornillados a los cargos, la representatividad es una farsa, y los trabajadores organizados no tienen canales reales de exigencia ni de negociación.
Las clases medias inconformes no cuentan con mecanismos efectivos de agregación de intereses. No tienen manera de construir partidos nuevos, con las reglas restrictivas de registro. Y entre los sectores populares, la representación no opera como una defensa de derechos universales, sino como una intermediación personalizada para acceder a recursos escasos, aunque bien se sabe que la representación clientelista no sirve para transformar las condiciones de los sectores subordinados, sólo para reproducir su dependencia. La demanda por justicia se reduce a una demanda por protección particular. Por eso, en lugar de exigir instituciones que los defiendan, muchos prefieren un intermediario que les consiga algo, lo que sea.
La manera de ejercer el gasto social ha sido clave en este esquema. En lugar de derechos garantizados, el régimen ofrece transferencias directas, administradas por operadores pagados con recursos públicos, que actúan como agentes de lealtad y control. Se construyó así una red paralela de clientelismo moderno, disfrazado de política social. No hay empoderamiento, hay subordinación.
Eso no significa que hayamos regresado del todo al régimen de partido único. Como documentó esta semana José Woldenberg, todavía existe competencia electoral. Hay pluralismo formal. Pero el sistema de partidos se ha convertido en una pasarela de operadores que buscan refugio donde se reparten los beneficios. La pluralidad no responde a la existencia de proyectos alternativos de Estado, sino a los equilibrios entre maquinarias locales de intermediación. No se trata de representar intereses sociales amplios, sino de garantizar espacios de decisión para pequeños clanes políticos, empresarios influyentes o líderes clientelares.
El Estado de acceso abierto que empezamos a construir en la última década del siglo pasado, con reglas comunes, instituciones imparciales y derechos exigibles, se está desmoronando. Los actores que lo impulsaron en su momento se han reacomodado. Muchos de quienes fueron clave en el proceso de democratización hoy militan, abiertamente o por omisión, en la restauración del régimen de acceso restringido. El arbitraje impersonal ha sido sustituido por la discrecionalidad centralizada. La ciudadanía ha quedado en minoría.
Morena representa la forma siempre dominante de hacer política en México. No porque tenga mayoría social inquebrantable, sino porque ha logrado cooptar los espacios donde se organizan y negocian los intereses. Como en el viejo PRI, todos caben, mientras acepten las reglas del juego: lealtad al poder, obediencia a la consigna, disposición a subordinarse. Así, en Yucatán gobierna un panista con estilo panista, cuadros panistas y políticas panistas… pero bajo el cobijo de Morena. En otros estados pasa lo mismo con viejos caciques priistas. Las etiquetas importan poco. Lo que cuenta es la captura del botín.
El problema de fondo es que no hay intereses organizados que defiendan con claridad un orden institucional diferente. Nadie parece estar realmente dispuesto a pelear por un Estado regido por reglas universales, por tribunales imparciales, por una burocracia profesional, por una economía basada en competencia, por servicios públicos garantizados. Las elites que podrían hacerlo prefieren negociar. Los ciudadanos que lo desean no tienen cómo articularse. La lógica de los privilegios particularistas ha vuelto a imponerse.
El clima internacional que empujó la transición también se ha diluido. Hoy predomina la reacción, el miedo, el repliegue. Y el nuevo régimen ha sido hábil para apropiarse del discurso popular mientras protege, con eficacia, a los privilegiados de siempre. Todo ha cambiado para que todo vuelva a funcionar como antes. Sólo que ahora con propaganda intensiva, transferencias mensuales y una legalidad trastocada.
LEER
VER MENOS
12-06-2025 - 12:01 am
Lo que a mí me deja totalmente sorprendida es que esto ocurra y nadie los detenga. Ningún país “civilizado” ha podido detener el baño de sangre que durante muchos meses ha cometido Netanyahu en Gaza, nadie ha podido terminar con la imposición del hambre a millones de personas y llevarles libremente alimentos, lo que evidencia que la enfermedad está mucho más extendida en el mundo, lo que es muy preocupante.
No entiendo, querido lector. O es terrible tratar de entender la saña de Israel, bajo el Gobierno de Netanyahu, con los palestinos. No entiendo cómo el mundo no ha detenido los múltiples e intolerables crímenes de guerra cometidos contra la población de Gaza, a la vista de todos.
Israel puede someter a la hambruna a millones de personas, puede manifestar su odio, porque no hay otra palabra para lo que anima semejantes crímenes, y no pasa nada. Israel puede seguir matando a niños y mujeres, puede bombardear y destruir ciudades, puede desplazar a toda una población y a donde fueron desplazados, asesinarlos. Eso puede hacer, bombardear campos de refugiados y también hospitales y escuelas. Puede, de hecho, asesinar a personal de la ONU, a personas extranjeras y no pasa nada. Asesina niños sin ninguna piedad, ya sea con bombas que los sepultarán, ya sea privándolos de atención médica o de alimentos. Lleva ya mucho tiempo haciéndolo sin tener que detenerse y sin rendir cuentas. Las fotos de los cuerpos de los niños y las niñas asesinados recorren las redes, una y otra vez, mientras los asesinos siguen cometiendo crímenes de guerra, totalmente impunes.
Ahora ha decidido que los gazatíes sufran hambre como la sufrieron los judíos europeos el siglo pasado en los guetos y campos de concentración nazis, racionándoles la comida al sólo permitir algunos puntos de distribución de alimentos, totalmente insuficientes, y manejados por una sola institución aliada. La retórica que usan para dejar sin comer a sus víctimas, es muy parecida a la que usaban los nazis y lo que es más impresionante es constatar que ese horror está ocurriendo mientras lo vemos todos: el horror que muchos de los fundadores de Israel juraron que no volvería a ocurrir. El “nunca más” que por lo visto solo aplica para ellos, no para sus víctimas. Porque hay que llamarlos así, como lo que son cientos de miles de familias palestinas que, en los hechos, son presos de Israel y están siendo sometidos a la privación en todas las formas posibles por un enemigo poderoso y sádico. Porque ese es justamente el sentido, el sadismo, al darles un poco de alimento, insuficiente, tal como hicieron los nazis con los judíos en guetos y campos, hace casi un siglo.
Los palestinos en Gaza enfrentan, pues, el sadismo de un enemigo tan poderoso como para infligir una tortura masiva sin que nadie pueda detenerla, así constituya un crimen de lesa humanidad, castigado por el derecho internacional. La bota israelí es como la bota nazi, hay que decir: su objetivo al privar de alimentos a cientos de miles de personas, es causarles un enorme sufrimiento, reducirlos a menos que nada.
Es estremecedor presenciar “en vivo” y a todo color, una forma de nazismo viva y activa destruyendo la vida de cientos de miles de personas y no poder hacer nada, más que decirlo. Es totalmente estremecedor contemplar a los poderosos del mundo aceptar que el horror sí pudo volver a suceder, con su complicidad abierta o encubierta. Todo el orden mundial post segunda guerra mundial y sus instituciones civilizatorias, tiradas a la basura, destruidas por su inoperancia ante un genocidio video grabado y transmitido en vivo a millones de personas en todas las partes del mundo.
El horror que hemos visto estos meses, como el asesinato masivo de niños, de bebés de incubadora, el asesinato de personas que buscaban alimentos, el asesinato de médicos y periodistas, en fin, el asesinato para infligir un enorme daño a una población tiene su impronta directa en genocidas como Himmler, que despreciaba a sus víctimas –hombres, mujeres y niños- los consideraban menos que humanos, de allí la privación de alimento como una forma de tortura extrema.
Lo que a mí me deja totalmente sorprendida es que esto ocurra y nadie los detenga. Ningún país “civilizado” ha podido detener el baño de sangre que durante muchos meses ha cometido Netanyahu en Gaza, nadie ha podido terminar con la imposición del hambre a millones de personas y llevarles libremente alimentos, lo que evidencia que la enfermedad está mucho más extendida en el mundo, lo que es muy preocupante.
Y quienes lo intentan, así sea de manera simbólica, como el grupo de activistas de diversas nacionalidades que recientemente navegó a la costa de Gaza, entre ellos la sueca Greta Thunberg, corren el riesgo de ser detenidos y secuestrados por el Israel, como sucedió cuando fueron emboscados en aguas internacionales, a pocos kilómetros de la costa, hace unos días. Los activistas fueron llevados a Israel, todo de manera totalmente ilegal. Thunberg ya fue deportada, pero los demás activistas se negaron a firmar el documento de su deportación, entre ellos la eurodiputada Rima Hassan, por lo que permanecen secuestrados en Israel.
La manera, sin embargo, en que Israel publicitó su detención y posterior secuestro ante el mundo, resulta aún más violenta y ofensiva, que la detención misma. La burla soez del grupo y la oferta de ¡agua y panes! a los activistas que llevaban algo de alimentos a los palestinos, es todavía más agraviante de la tragedia humanitaria. Crueldad, burla, sadismo, no hay otras palabras, querido lector. La burla cometida frente a las cámaras, evidencia el odio de manera descarnada. Como si todo fuera un chiste, una puesta en escena, un circo para el entretenimiento y no la tragedia de cientos de miles de personas hambrientas. Los israelís no solo impiden que los palestinos coman, también se burlan de su sufrimiento y de todos aquellos que intentan impedirlo o se compadecen de ellos. Es decir, de todos nosotros, querido lector, que los consideramos tan seres humanos como nosotros.
LEER
VER MENOS
11-06-2025 - 12:05 am
Con el uso de fuerza militar desproporcional, Trump podría cometer un error de cálculo impulsivo.
Los Ángeles es la ciudad de las estrellas. Del firmamento y de la farándula. Hollywood se estableció allí porque el sol radiante facilitaba la cinematografía en tiempos más simples. Pero hoy día una densa capa gris que nubla el horizonte gotea amargura. Y es que cuando los paisanos resisten contra las injusticias, una mezcla de esperanza e impotencia riega sus raíces al sur de la frontera. Cuando llueve ácido en Los Ángeles, México lo siente.
Las redadas del Servicio de Control Migratorio y Aduanas (ICE) son una crónica de un abuso anunciado. Donald Trump llegó al segundo mandato galvanizando a su favor un ovillo de pulsiones antimigrantes, racistas y ultranacionalistas presentes desde la fundación de los Estados Unidos. Es el país que padeció una guerra civil por la esclavitud. También del asesinato de Martin Luther King. Es el país de la supremacía blanca. Hace 100 años (1925), la membresía del Ku Klux Klan se estimaba entre 2.5 y seis millones de afiliados y unos 50 mil de ellos marcharon en Washington por el “americanismo auténtico” (true americanism). Trump no inventó la rueda nativista pero sí atizó un fuego que, aunque suele reducirse a las brasas cada cierto tiempo, nunca logra del todo apagarse. MAGA abreva de un rancio conservadurismo que hoy tiene por enemigo acérrimo al migrante.
Los Ángeles, ranchería despojada a México en 1848 y ciudad construida por millones de latinos que la hicieron su casa en décadas recientes—y además gobernada hoy por demócratas liberales—, estaba llamada a ser un blanco estratégico. Tras una serie de redadas violentas en Paramount, distrito latino ubicado a unos 32 kilómetros del centro, agentes federales del ICE usaron gases lacrimógenos y granadas de estruendo contra manifestantes frente a un Home Depot. Las protestas crecieron y la Guardia atendió el teléfono rojo. “No teníamos ningún problema hasta que Trump intervino”, escribió el Gobernador demócrata Gavin Newsom en X. “Esto constituye una grave violación de la soberanía estatal: exacerba las tensiones y desvía recursos de donde realmente se necesitan. Rescindan la orden. Devuelvan el control a California”.
Newsom tiene un punto. Además de la invasión de competencias entre poderes, la Guardia Nacional carga a cuestas episodios oscuros. En abril de 1970, Nixon amplió la guerra de Vietnam al invadir a Camboya, lo que impulsó el movimiento contra la guerra. En respuesta, el Gobernador republicano James Rhodes desplegó la Guardia Nacional de Ohio. El 4 de mayo de ese año, abrió fuego contra los manifestantes en la Universidad Estatal de Kent, disparando 67 balas en tan solo 13 segundos, matando a cuatro estudiantes —Allison Krause, Jeffrey Miller, Sandra Scheuer y William Schroeder— e hiriendo a otros nueve. Ese historial de sangre en las calles pesa.
La de Trump es la primera llamada de un Presidente a la Guardia sin una solicitud de un Gobernador desde 1965, cuando Lyndon B. Johnson envió tropas a Alabama para proteger a los manifestantes por los derechos civiles. Con la reciente activación en California, Trump atiza las llamas incombustibles tanto del sentimiento antimigrante como del rechazo a las redadas violentas y las deportaciones. Es un acto de provocación calculado.
Las protestas podrían caer en la trampa que Trump tiende. Las manifestaciones crecieron el domingo 8 de junio a cerca de 10 mil asistentes desde apenas unos cuantos cientos dos días antes. Al amparo de símbolos favorables a los republicanos, como la presencia de banderas extranjeras, Trump podría aprovechar el momento como distractor y como una señal de mano dura, abrazado del eslogan Ley y Orden. Algunos lo previeron. “Es probable que el regreso de Trump a la Casa Blanca genere una respuesta callejera. Cualquier protesta de este tipo podría utilizarse como pretexto para imponer medidas autoritarias, incluso la Ley marcial. Según informes, Trump ordenó al máximo líder militar estadounidense que disparara a los manifestantes de Black Lives Matter en 2020”, escribía Owen Jones hace un año en The Guardian.
Pero el cúmulo de excesos podría desalentar el voto hispano e independiente en estados bisagra a poco más de un año de una elección intermedia clave. Con el uso de fuerza militar desproporcional, Trump podría cometer un error de cálculo impulsivo: dar visibilidad a la resistencia contra sus políticas y podría nutrir la afluencia callejera. Dependerá del giro que tomen las manifestaciones. Si son pacíficas, legitimidad que Gandhi supo usar como activo político, los migrantes ganarían. Si la violencia se desborda, las calles alimentarían el sentimiento antimigrante hoy galvanizado y la pulsión ultranacionalista que MAGA contagia como en una pandemia.
Entretanto, Los Ángeles resiste. "Esperaba evitar que esta situación ocurriera. Nuestra ciudad aún se está recuperando de los incendios forestales”, declaró la Alcaldesa demócrata Karen Bass. Tanto ella como el Gobernador Newsom caminan como volatineros sobre una cuerda tensa. Si bien California y Los Ángeles son epicentros liberales y progresistas, retar al ultranacionalismo y a Trump en asuntos de seguridad y migración es jugar en cancha ajena. Aunque el Presidente agotó rápido su luna de miel con el desgaste tarifario y la reacción adversa de los mercados, la aprobación de entre 40 y 45 por ciento es suficiente para jugar a la ofensiva en sus propios términos.
En cualquier caso, las detenciones arbitrarias y violentas del ICE crearon una reacción loable desde la resistencia civil organizada. Hacia adelante, la solidaridad entre migrantes podría ganar capas de conciencia y formar en la escuela de la calle a futuros activistas latinos. Como brillante anal de la historia, César Chávez, líder campesino y luchador civil, reunía en sus inicios a unos cuantos braceros en los estacionamientos de las cadenas de comida rápida. Bajo el sol inhóspito del desierto y el inclemente rechazo del nativismo, su movimiento creció hasta formar la Unión de Campesinos y popularizar la consigna “sí, se puede”. Muchos años después de su lucha por la dignidad y la justicia, Trump podría despertar un gigante dormido si juega la carta equivocada.
LEER
VER MENOS
11-06-2025 - 12:04 am
Al principio me desconcertaba, pero en mi familia todos estaban al tanto de su susceptibilidad y procuraban no hacerle caso, o darle por su lado.
Sin proponérmelo he terminado por convertirme en un observador de la sociedad, en un testigo de sus cambios y, sobre todo —y eso sí ha sido deliberado—, me he propuesto hacer de esta columna una suerte de espejo crítico donde podamos mirarnos, aunque no siempre sea con beneplácito. Quisiera hablar de una conducta que ha venido cocinándose en los últimos años y que hoy se ha convertido ya en el dispositivo con el que recibimos cuanto nos llega de los demás: la susceptibilidad. Creo no engañarme al decir que es uno de los rasgos más sobresalientes de nuestro tiempo y que no ha habido momento en el que los seres humanos hayan sido más susceptibles que hoy.
Muchos, incluso, hablan de cultura del victimismo, o de cultura de la fragilidad psicológica o, sin más, se refieren al asunto con la metáfora: personas de cristal. Yo prefiero el término "susceptibilidad", pues es el indicado para denominar el fenómeno que se está observando: la facilidad para ofenderse.
Siempre, desde que tengo memoria, han existido personas susceptibles. Solo que eran pocas. En las familias extensas no faltaba alguien con quien uno sabía que "debía tratarlo con pinzas", pues se ofendía lo mismo si no era el primero a quien se le ofrecía pastel, que si se le ofrecía. Cualquier frase, incluso la formula anodina: "buenos días" podía molestarlo. "Buenos los tendrás tú", replicaba mi abuelo, "eres un desconsiderado, ¿qué acaso no sabes que pasé mala noche?". Al principio me desconcertaba, pero en mi familia todos estaban al tanto de su susceptibilidad y procuraban no hacerle caso, o darle por su lado. Terminé aprendiendo a convivir con él. Nadie le daba mucha importancia: "es quisquilloso", decíamos y seguíamos adelante.
En la actualidad, esa susceptibilidad está más extendida. Conste, me refiero a "esa susceptibilidad". No a las ofensas claras y directas que con toda intención, a veces, se le dirigen a alguien que, obviamente, se ofende con ellas, pues, en efecto, son agresiones francas. "Esa susceptibilidad" de la que hablo es la de aquel que ve ofensas donde no las hay y, sobre todo, vive buscándolas hasta en donde no las hay. Quien busca ofensas termina por encontrarlas, y es importante entender por qué las ofensas pueden ser encontradas hasta en donde no las hay.
La clave está en la ambigüedad inherente al lenguaje. Las palabras y sobre todo las expresiones pueden ser tomadas de muchas formas. Imagínese la siguiente situación: Juan está trabajando con prisa porque el plazo que tiene para entregar lo que le pidieron está por expirar. Pedro, que es su amigo, anda quitado de la pena y se le ocurre llamar a Juan por teléfono para platicar. Tras cruzar unos saludos convencionales, Juan dice: Pedro, perdóname, pero no puedo perder tiempo. No voy a terminar lo que estoy haciendo. Hablemos otro día…
Si esta conversación se diera entre dos personas comunes y corrientes, Pedro entendería la premura de Juan, le desearía suerte con su trabajo y se despedirían fraternalmente para hablarse cualquier otro día, y ambos colgarían el teléfono contentos. Si la misma conversación ocurriera, pero Pedro fuera susceptible, la frase de Juan: "perdóname, no puedo perder tiempo", Pedro la tomaría en el peor sentido y respondería: Así que platicar conmigo es para ti perder el tiempo. No, Pedro, no me entiendes: no quise decir eso; solo quise decir que estoy muy ocupado. Entonces Pedro, ofendiéndose más, agregaría: Encima me tratas como a un imbécil que no entiende frases tan simples como "no puedo perder tiempo". Es claro que no valoras nuestra amistad, no solo me consideras una pérdida de tiempo, sino un idiota que no entiende. Y aventaría el teléfono.
Esta conversación, aunque inventada, es muy parecida a lo que está ocurriendo en nuestros días. Detengámonos a analizarla: la frase que desencadena el disgusto es: "no puedo perder tiempo". Para Juan significa sencillamente que está muy apurado. Pero, también significa lo que Pedro entendió: que Juan considera una pérdida de tiempo platicar con él. Ambos sentidos están en el dicho de Juan. Pues la susodicha frase, como cualquier otra, es polisémica y su sentido lo establece el receptor. El susceptible decodifica con un marco que lo hace tomar el peor sentido que tiene la frase, y no es que no lo tenga, sí que lo tiene, pero tiene además otros significados, otros neutros, los que se destacan cuando uno se dispone de buena fe.
La ambigüedad del lenguaje es, por lo visto, una mina de múltiples sentidos donde quien busque ofensas puede hallarlas con toda seguridad, porque, efectivamente, están ahí. El problema está en querer buscarlas. Para el susceptible, desafortunadamente, los únicos significados que brincan son los peores.
Dada la ambigüedad intrínseca del lenguaje son muchos los factores que establecen el significado de un dicho: el contexto, el tono, el clima emocional de quienes dialogan… y olvidarlo o ignorarlo solo agrava el momento difícil en el que hoy nos encontramos. De ahí que la predisposición a buscar en la ambigüedad del lenguaje hasta "microagresiones" es querer encontrarlas. El momento, insisto, es peligroso, pues con la generalizada susceptibilidad están en peligro ingredientes fundamentales para la vida civilizada y cordial: la espontaneidad, la libertad de expresión, el respeto a la autenticidad de lo que cada quien piensa… Solo me resta agregar: ojalá hubiera entendido esto cuando tuve que convivir con mi abuelo, y ojalá él también lo hubiera entendido.
LEER
VER MENOS
11-06-2025 - 12:03 am
Colosio Riojas evoca a su padre hasta sin proponérselo, mientras López Beltrán prácticamente exige que le llamen como su padre, Andrés Manuel, porque evoca “al mejor Presidente”. Las diferencias de forma, entre ambos herederos políticos, son de fondo.
En la política actual mexicana hay dos claros ejemplos de hijos que heredaron de sus padres la vena política nacional, en distintas circunstancias, en momentos desiguales, y con resultados opuestos. Uno es conocido como Luis Donaldo Colosio Riojas, y el otro como Andy López Beltrán.
Y aunque ciertamente hay otros juniors de la política, como los Monreal, los Murat, los Scherer, los Torres, los Yúnez, entre otros, ni los padres de estos aspiraron a la Presidencia de la República, ni los hijos están en las listas de futuros presidenciables.
Luis Donaldo Colosio Riojas está activo en Movimiento Ciudadano, partido que le signó la candidatura al Senado en 2024, y Andy López Beltrán es secretario general de Morena, partido que fundó su padre, y cuyo legado encabeza él, siendo el mayor de los hijos del expresidente.
Al hijo de Luis Donaldo, su padre el candidato presidencial, solía llamarle Luis Donaldo. Andrés Manuel López Obrador en cambio, solía llamar a su vástago con el apelativo Andrés, Andy, así nada más, sin llamarle por su nombre completo. Y quizá por hacer una diferenciación en política, dentro de Morena, en Baja California, en el centro y en el resto del país, las dirigencias, la militancia y los aliados, optaron por llamarlo igual que el padre, con el diminutivo de Andy, y no como Andrés Manuel, a diferencia de su hermano menor a quien se conoce como José Ramón, o del pequeño de los López Beltrán, referido simplemente como Gonzalo, cuando su segundo nombre es Alonso.
Pero ahora resulta que, con su padre retirado de la política, Andy ya no quiere que le llamen Andy, sino Andrés Manuel López Beltrán, así como su padre siempre fue conocido, hasta la fecha con su nombre completo: Andrés Manuel López Obrador.
La frivolidad de ponderar la referencia onomástica fue notoria la semana pasada cuando el junior del expresidente así lo expresó: “mi más grande orgullo es llamarme como el mejor Presidente que ha tenido este país”, y justifica que la oposición le llama Andy, para demeritarlo, para quitarle el legado de su padre. La realidad es que no sólo la oposición, también los morenistas con orgullo, se refieren a Andy como su secretario general.
Por otro lado, Luis Donaldo Colosio Riojas no ha señalado expresamente que él cargue o que él encarne, el legado de su padre, lo hace sin decirlo, sin reclamarlo, sin presumirlo. En medio de la campaña por el Senado, y el día 23 de marzo cuando se conmemora el aniversario luctuoso del priísta, lo único que refirió es que la mejor forma de honrar la memoria de su padre era abogar y trabajar “por un México más justo, un México más fuerte, un México más digno”.
Colosio hace política porque así lo decidió y sin el consejo del padre que le arrebataron de niño; Andy ha hecho política de la mano de su padre participando en distintas áreas de la organización de las campañas que protagonizó el expresidente, y ahora encabezando el partido que su papá fundó.
Hay algunos paralelismos en las vidas de Colosio y López Beltrán.
El padre de Luis Donaldo, que llevaba el mismo nombre, fue el candidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Institucional hasta marzo de 1994, cuando lo asesinaron en Tijuana, el padre de Andy, que también lleva el mismo nombre, Andrés Manuel López Obrador, fue candidato a la Presidencia de la República en tres ocasiones, dos por el PRD y una por Morena, la cual finalmente ganó en el 2018.
Ambos son huérfanos, aunque uno de ambos padres y otro de madre. El mismo 1994 en que asesinaron a su padre, Luis Donaldo Colosio Riojas a los ocho años de edad también perdió a su madre, Diana Laura Riojas, quien padecía una enfermedad terminal. A los 17 años, en el 2003, Andrés Manuel López Beltrán perdió a su madre, Rocío Beltrán Medina, también como consecuencia de una enfermedad terminal.
López Beltrán cumplirá 39 años en agosto de este 2025, y Colosio Riojas los cumplió en julio de 2024. Pero también los vástagos de Colosio y López Obrador tienen algunas diferencias, y no sólo ideológicas.
Mientras Andy López Beltrán no ha tenido cargos públicos, Luis Donaldo Colosio Riojas, ha sido electo en tres ocasiones: en 2017 con el 33.41 por ciento de la votación ganó una Diputación al Congreso del Estado de Nuevo León, en el 2021, con el 47 por ciento de los votos, se llevó la Alcaldía de Monterrey, y en el 2024 sufrió su primera derrota, por un punto porcentual con el 33.99 por ciento de los votos logró la segunda posición al Senado de la República, logrando entrar a la Cámara Alta representando a Movimiento Ciudadano.
A López Beltrán se le conoce como modo de vida, una fábrica de dulces, Chocolates Rocío, que se conoció públicamente de su existencia en el año 2019 cuando él tenía 33 años y su padre ya era Presidente de México; Colosio Riojas, fundó en el año 2010 el despacho de abogados Basave, Colosio, Sánchez, a la edad de 25 años.
En términos de política, uno está en el partido en el poder, y el otro en la oposición minoritaria; a Luis Donaldo ya le sugirieron ser candidato a la presidencia, pero dijo que le faltaba experiencia, ver crecer a sus hijos, y madurez; Andy pasó de la discreción en la operación electoral de su padre, al protagonismo como secretario general del partido Morena, desde donde dicen las huestes, se le impulsa hacia la Presidencia.
Colosio Riojas evoca a su padre hasta sin proponérselo, mientras López Beltrán, prácticamente exige que le llamen como su padre, Andrés Manuel, porque evoca “al mejor Presidente”. Las diferencias de forma, entre ambos herederos políticos, son de fondo.
LEER
VER MENOS
10-06-2025 - 12:05 am
Aunque Trump sea tan irritante y tan represivas sus políticas, los mexicanos en Estados Unidos deben tener cabeza fría.
Estados Unidos tiene un Presidente criminal, el único de ese país que ha sido sentenciado y si no está en prisión es por su cargo. Donald Trump es evasor de impuestos, agresor sexual y hasta pederasta. Es, también, un fascista como los sionistas de Israel, los mileistas de Argentina, los voxistas de España y los vendepatrias de México. Y cuidado: Es capaz de todo, hasta de montar una provocación para generar caos y terror en su beneficio.
Las protestas en Los Ángeles contra la acción represiva de las autoridades migratorias de Trump que atacaron a personas sólo por su color de piel son comprensibles, exaltadas por el origen mexicano de las víctimas y por el maltrato histórico, pero han dado lugar a una manipulación que pretende desviar la atención de tantas de sus aberraciones, entre ellas la acusación de pederastia de Elon Musk, y sobre todo afectar la legitimidad de un movimiento contra las vejaciones por motivaciones racistas y antimigratorias.
La fotografía de un embozado semidesnudo portando la bandera de México, trepado en una patrulla vandalizada y en medio de otras en llamas, ha sido tomada como la reivindicación de los derechos de los migrantes y emblema del orgullo mexicano, pero también sido aprovechada por el Gobierno de Trump para fortalecer su narrativa contra éstos y el pretexto para escalar la represión.
El mismo día en que se tomó esa fotografía, el domingo 8, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el Homelad Security, la publicó y advirtió: “Se restablecerá el orden”. Hasta Elon Musk reprodujo la imagen, tomada entre otros por el fotógrafo trumpista Aldo Buttazzoni, y manifestó su repudio: “Esto no está bien”.
Lo que siguió fue la orden de Trump con un lenguaje de guerra: “Instruyo a la Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, al Secretario de Defensa, Pete Hegseth, y a la Fiscal general, Pam Bondi, en coordinación con todos los demás departamentos y agencias pertinentes, a tomar todas las medidas necesarias para liberar a Los Ángeles de la invasión migratoria y poner fin a estos disturbios. Se restablecerá el orden, los migrantes indocumentados serán expulsados y Los Ángeles será libre”.
Y es que las redadas del ICE desde el viernes contra personas en el centro de Los Ángeles sólo por su color de piel, que estaban trabajando en una fábrica textil y en la tienda Home Depot, ha servido a Trump para manipular a los estadounidenses sobre la gravedad de las acusaciones de su exaliado Musk sobre su participación en la red de pederastia de Jeffrey Epstein, un elemento adicional a su comportamiento criminal.
Pero, sobre todo, ha sido capitalizado por Trump para atizar el odio antimigrante de millones de estadounidenses que lo apoyan y que justifican las redadas después de ver las imágenes de embozados lanzando rocas a las patrullas y prendiéndoles fuego, más aún con individuos que, de buena o mala fe, ostentan la bandera de México, país que él odia.
Lo más grotesco, aunque no extraño, es que haya mexicanos que justifican la represión de Trump contra mexicanos sólo por su color de piel o por la falta de documentos migratorios, pero que trabajan honestamente en ese país.
Trump se ha propuesto deportar a los 11 millones de migrantes indocumentados que existen en Estados Unidos, entre ellos poco menos de cinco millones de origen mexicano, pero la imposibilidad de hacerlo —la cifra más alta fue de 400 mil con Barak Obama—no implica que no obtenga beneficios políticos, entre ellos exacerbar el odio antimexicano ante su política de aranceles y la renegociación de T-MEC.
Por eso, aunque Trump sea tan irritante y tan represivas sus políticas, los mexicanos en Estados Unidos deben tener cabeza fría y creatividad para hacerle frente de manera eficaz. Actuar con violencia es una derrota segura, no sólo por su poderío bélico, sino por su estrategia mediática.
Ante el acoso y la agresión en Estados Unidos, debe prevalecer la serenidad y la resistencia civil pacífica. Todas las protestas, marchas y paros, deben estar alejados de la violencia que sólo beneficia a Trump y a sus achichincles en México.
LEER
VER MENOS
10-06-2025 - 12:05 am
Hasta el momento, no existe un marco normativo que regule y asegure la protección de las personas alertadoras de la corrupción y de actos indebidos en México.
Por: Anaid García Tobón*
En los últimos años se ha abordado reiteradamente el tema de la posverdad –refiriéndose a la distorsión de la realidad que manipula creencias y emociones y cuyo propósito es influir en la opinión pública. En nuestro país, apenas en abril pasado fue develada una red de creación de contenido falso y fabricación de documentos para orquestar campañas sucias, realizar persecuciones políticas o posicionar mediáticamente a personas funcionarias públicas para que obtuvieran beneficios. El caso es mejor conocido como Televisa Leaks.
Fue gracias a la persona alertadora Germán Gómez, quien proporcionó diversos archivos con documentación, así como a la verificación de la veracidad de la información y su posterior difusión por parte de Aristegui Noticias, que la ciudadanía pudimos enterarnos que, un político recurrió a dichos servicios de creación de contenido con el fin de ser nombrado presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o que se realizaron distintas publicaciones para afectar el prestigio y la credibilidad de Aristegui Noticias por investigar casos sobre lavado de dinero en los que estaba involucrada la empresa Televisa.
German Gómez, en su ejercicio de su libertad de expresión reveló públicamente las prácticas de manipulación de información, convirtiéndolo en un “whistlerblower” o un alertador. Una figura poco conocida y regulada en México. Desafortunadamente, como consecuencia de la falta de una política pública que proteja a las personas alertadoras de represalias, quienes deciden alertar ponen en riesgo su seguridad. En este caso Gómez, fue víctima de una campaña de desprestigio, acusado de tener desequilibrios mentales e incluso señaló haber recibido amenazas de muerte.
Como su caso, existen otros en el mundo que muestran la desprotección y criminalización en contra de personas alertadoras, uno de ellos es el de Julian Assange, quien fue perseguido por muchos años por filtrar más de 250 mil documentos militares y diplomáticos clasificados.
En nuestro país, además de Televisa Leaks, existen otros casos como el de una arquitecta que dio a conocer una mala gestión de recursos para la reconstrucción después del sismo de 2017 en la Ciudad de México y que, posterior a sus develaciones, fue hostigada laboralmente, o el de la Comisión Nacional del Deporte, en el cual personas que alertaron sobre irregularidades relacionadas con corrupción en esta institución sufrieron atentados en contra de su seguridad e inclusive uno de ellos fue privado de su libertad.
A pesar de ello, hasta el momento, no existe un marco normativo que regule y asegure la protección de las personas alertadoras de la corrupción y de actos indebidos en México. Esto evidencia la necesidad de tener un sistema que cuente con al menos:
En dos sentidos, en primer lugar, es necesario conocer detalladamente las circunstancias y hechos en los cuales se dio a conocer la información para analizar el riesgo que corre la persona que alertó y determinar sus medidas de protección. En segundo lugar, para realizar las investigaciones y fincar responsabilidades.
Proteger a las personas alertadoras, garantizando al menos su integridad y seguridad personal, bienes patrimoniales, condiciones laborales. Inclusive, extender esa protección a sus familiares y/o compañeras y compañeros de trabajo.
En el ámbito internacional destacan experiencias de países como España y Chile donde la protección abarca no sólo a quien alerta sino a sus familiares y colegas.
Es importante que se pueda alertar sobre distintos actos indebidos no sólo los que estén tipificados como delitos de corrupción o, de lo contrario, se puede perder la posibilidad de investigar sobre acciones que pueden ir en detrimento del bien común.
Para ilustrar, en países como Malta se puede alertar sobre actos que pongan en riesgo la vida, seguridad, salud, o el medio ambiente; así como por actos de corrupción, ofensas criminales, mala administración de justicia, soborno, abuso de autoridad, y ocultamiento deliberado de información en relación con estos temas.
Un paso importante fue en 2020 cuando la Secretaría de la Función Pública, –ahora Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno– puso a disposición la plataforma de Ciudadanos Alertadores Internos y Externos de la Corrupción, pero hasta el momento, se desconoce si esta política tendrá continuidad por parte de la Secretaría sucesora y si será una de sus prioridades.
Uno de los objetivos de la plataforma fue que las personas pudieran dar a conocer información sobre fraude, desvío de recursos públicos, abuso de funciones, así como violaciones a derechos humanos, hostigamiento y acoso sexual de manera confidencial y asegurando el anonimato cuando así lo decidiera la persona alteradora. Además, contenía mecanismos para alertar sobre hechos de corrupción como desvío de recursos públicos, cohecho o peculado en las que estuvieran involucradas personas servidoras públicas federales.
La adecuada protección de personas alertadoras y denunciantes requiere de un sistema respaldado por una Ley y con protocolos de actuación que reconozcan su importante labor, y que aún están pendientes en México. Si en nuestro país y en el mundo existen personas que aún sin leyes que las protejan, arriesgan su integridad física por revelar información valiosa para la ciudadanía como Televisa Leaks, ¿de cuántos hechos podríamos enterarnos si el Gobierno realizara una política pública robusta que proteja a quienes nos informen de hechos trascendentales para la vida pública?
* Anaid es investigadora en el programa de Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción de @FundarMexico.
LEER
VER MENOS
10-06-2025 - 12:04 am
Movimiento Ciudadano no ha dejado de crecer. En las encuestas nacionales ya aparece como la segunda fuerza nacional.
En México está emergiendo una alternativa política. ¿Cuáles son las dos vías intransitables y antagónicas en contraste con las cuales una alternativa se hace necesaria?
Una está representada por el Gobierno actual. Todos los datos socioeconómicos disponibles - pero también el sentido común - nos dicen claramente que la llamada 4T ha sido un fracaso y, quizás más importante aún, que no hay manera de que sus líderes entiendan que hay que virar de dirección. Quizás la característica que mejor define al oficialismo sea que nació para no cambiar.
Lo que sí han podido hacer - es su único atributo - ha sido explotar una calumnia contra la democracia liberal que sembraron desde hace varios lustros. Hoy sabemos que su proyecto era sólo una negación sin realmente haber propuesto algo nuevo que sea benéfico para el país. O, para decirlo de otra manera, lo poco bueno que han hecho ya existía y lo nuevo es un fraude o un fracaso. La vía oficialista no es transitable.
La segunda vía es la que promueve un regreso al pasado preobradorista. Si bien la decisión de acabar con el PRI-Gobierno - lo que Vargas Llosa llamó "la dictadura perfecta" - y comenzar un largo y sinuoso camino hacia la construcción de un régimen verdaderamente democrático, republicano y liberal fue una decisión adecuada en su momento, esto se realizó de manera insuficiente y apartada de los graves rezagos del país. Entre, digamos, 1997 y 2018, México tenía todo para haberse desarrollado económicamente como Singapur o democratizado verdaderamente como Taiwán. No hizo ni uno ni lo otro.
Por estas y otras razones el regreso al pasado tampoco es opción para millones de mexicanos. En parte porque este orden (diríamos desorden) político y económico culminó en el triunfo de la 4T.
¿Pero cuál es entonces la alternativa? Hoy por hoy está representada en términos de oferta por Movimiento Ciudadano (MC). Este movimiento ha entendido que el horizonte del país no se encuentra en el pasado ni en el presente, sino en el futuro: la nueva y vigorosa República que construiremos entre todos.
Afortunadamente, Movimiento Ciudadano no ha dejado de crecer. En las encuestas nacionales ya aparece como la segunda fuerza nacional, y sin necesidad, al menos por ahora, de aliarse con otras formaciones partidarias.
Pero no sólo ha dado sorpresas en las encuestas sino también en la realidad política. La muestra fueron las recientes elecciones locales en Veracruz y Durango.
Como resultado de la elección, MC gobernara ahora sobre un millón más de personas en los dos estados. En efecto, de regir la gestión pública obre 309 mil 993 personas ahora lo hará sobre un millón 423 mil 345. En lo que se refiere a la elección de ayuntamientos prácticamente duplicó su votación en ambos Estados. En Veracruz claramente ha desplazado al PRI y al PAN y se ha convertido en la opción alternativa al oficialismo.
La razón de estos avances son evidentes. La gente tiene todas las razones de su lado para ya no votar por los partidos tradicionales, quienes tuvieron su oportunidad de llevar a México por la senda de la prosperidad y la justicia, y sin más la desaprovecharon. De la misma manera - como fue claro en las "elecciones" para el Poder Judicial - la ciudadanía ya no está convencida de que el oficialismo sea la respuesta a los muchos problemas del país. Más bien está gestando una regresión democrática.
Pero esto no sería suficiente si Movimiento Ciudadano no se hubiera convertido en un partido con ideas frescas y candidatos atractivos para la ciudadanía.
El surgimiento de Movimiento Ciudadano como un partido político nacional competitivo, que hace pensar que si hay alternativa para construir un México Nuevo.
LEER
VER MENOS
Opinión en video
Opinión en video