El escritor y periodista Carlos René Padilla comentó con SinEmbargo los elementos que están presentes en las tres historias que conforman Comala y otros relatos, un mosaico de historias que nacen en el norte de México.
Ciudad de México, 12 de junio (SinEmbargo).– No es el hijo yendo a buscar al padre. En esta ocasión es un padre buscando a un hijo que deja su casa en Bavispe, Sonora, para sumarse a las filas del narcotráfico bajo una falsa promesa de prosperidad. La historia bien puede ser una de las que marcan día a día a miles de familias mexicanas, pero no lo es. Se trata, en cambio, de Comala, uno de los tres relatos que conforman el más reciente trabajo del escritor Carlos René Padilla en la colección Vientos del pueblo del Fondo de Cultura Económica (FCE).
“Ahorita en la actualidad está pasando mucho esta situación. Y yo lo quise enclavar justo en el norte, en este pueblo que es Bavispe, que no sé si es un poquito mi Comala porque siempre decimos que cada quien tiene su Comala o su referencia”, comentó el escritor en entrevista con SinEmbargo. “La primera historia trata de este padre que se va al hijo supuestamente a trabajar, pero empiezan a llegar cosas muy costosas a la casa: de repente un refrigerador nuevo, de repente una estufa y todo eso. Entonces, el padre empieza obviamente a sospechar. La madre también, pero cierra los ojos un poco. Y bueno, este cuento tuvo un germen basado en la vida real y se me hace muy triste”.
El germen al que se refiere Carlos René Padilla es al hallazgo en 2018 de dos trailers abandonados en Jalisco con cuerpos de personas sin identificar que permanecieron en estos vehículos porque la morgue no daba abasto frente a la tragedia. “Se me hizo impresionante eso. No sé en qué país podría haber sucedido algo así. Y justo hace unos meses nos enteramos de otro hecho tan macabro, tan triste como puede ser esto que sucedía en un rancho, en Izaguirre. Entonces, cuando pasa un tiempo entre un suceso y otro, que afecta a los jóvenes, sobre todo, este de una manera tan triste y obviamente a los familiares, pues me hace uno que se le retuercen mal las tripas”.
“Entonces, sí está un poco el homenaje, obviamente, al maestro Juan Rufo, pero creo que en algún momento ya se separa totalmente de la narración de Pedro Páramo y empieza a hacerse desde este norte, desde este contexto social y geográfico que significa para mí vivir en Sonora”, comentó el escritor y periodista nacido en Agua Prieta, Sonora en 1977.
Carlos René Padilla lamentó cómo en la medida que nos modernizamos como sociedad más queremos olvidar de dónde venimos. “Eso es extraño. La pandemia nos mostró eso. Ahora que estuvimos encerrados, todo el mundo quería correr al campo, todo el mundo quería ir allá, extrañaba oír los pájaros, caminar, sentir eso fue muy revelador y nos damos cuenta que aún cuando han pasado tantos años estas promesas de la justicia revolucionaria, nos damos cuenta de que cada vez hay más pobreza”.
En ese sentido apuntó que sus historias retratan otras marginalidades: “Está lo económico en los tres cuentos, de alguna manera también está la violencia física y sistemática por parte del Estado y del crimen organizado. También está la violencia que obliga a mucha gente a emigrar de sus lugares de origen, que a lo mejor ni quería, pero no tienen otra opción. Y también está la violencia de género, contra la mujer que tiene que sufrir tantos castigos, golpes, y creo que de alguna forma me sirvió a mí hacerlo en este pequeño espacio geográfico”.
En Aquella noche, el segundo relato de esta antología retrata precisamente la desesperación que existe detrás de la migración a la que se ven orilladas muchas familias que inician su éxodo hacia Estados Unidos para poder construir la vida que no lograron edificar en un país donde las promesas de progreso no se han visto materializadas.
“Por ser de un pueblo, de un estado fronterizo, a mí me toca vivir mucho esa situaciones, lo que es el crimen organizado y la migración. Entonces me queda muy marcado, lo vivo muchísimo, lo vivo muchísimo, entonces de alguna manera siempre se me pega en lo que quiero escribir. Ahorita estoy retrabajando unos cuentos que tienen mucho más marcada la migración”, apuntó. “Nací en Agua Prieta, que es una ciudad fronteriza con Douglas, Arizona. Me tocó ver cada cosa, o sea, todos estos migrantes que llegaban y se les acababa el dinero, lo que tenían que hacer, de lo que tenían que ser capaces para cruzar ese pedazo de tierra para ir a matarse trabajando para mandarle dinero a su familia”.
Con respecto al tercer cuento, que se llama Plañidera, expuso que es de los tres cuentos en el que es más clara la transformación del personaje, una mujer que encuentra en la muerte un alivio a los dolores que tiene anidados en el alma.
“De entrada vemos a esta mujer renuente a ver a alguien muerto, y después se convierte en la llorona del pueblo. No solo no solo le están pagando, sino que es una catarsis, una liberación del alma. Y conforme vamos leyendo la historia, nos damos cuenta de todo lo que se enfrenta esta mujer. En algo aparentemente tan macabro como puede ser la muerte, ella encuentra un brillo de luz, un brillo de vida, que no está dispuesta a perder otra vez”.