En 2023, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, anunció el proyecto del viaducto elevado que cruzaría el río Santa Catarina. Su argumento: mejorar la conectividad comercial con Estados Unidos y, supuestamente, facilitar el flujo de automóviles en Monterrey. Sin embargo, este proyecto tiene un precio demasiado alto y no sólo no vale la pena: ya se ha demostrado que no va a funcionar.
El plan contempla levantar 250 columnas de concreto en el cauce del río, reduciendo drásticamente su capacidad hidráulica, vital durante la temporada de lluvias y huracanes. Además, amenaza con aniquilar un ecosistema que está vivo, un ecosistema que es hogar y refugio de miles de especies.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) presentó una evaluación de impacto ambiental que resulta vergonzosa: sin metodología rigurosa ni visión precautoria. Quieren convertir el lecho de un río palpitante en una base inerte de concreto, negándole su vida y función.
Hoy, en el río Santa Catarina, se cuentan más de 7 mil 700 observaciones de 1 mil 160 especies, entre ellas la mariposa monarca –una joya natural que agoniza en peligro de extinción– y muchas más que están protegidas por la ley mexicana, como lo reconoce la propia SEMARNAT (NOM-059-SEMARNAT-2010).
El río Santa Catarina no es un viaducto. Es la arteria que nos conecta con la montaña, el pulmón que nos da aire. Es un río vivo, con un ecosistema que se ha desarrollado durante décadas y que desempeña funciones esenciales para el clima y la salud urbana. Pero quieren enterrarlo en concreto, elevando aún más la temperatura, el riesgo de inundaciones y el deterioro de nuestra calidad del aire.
Lo peor es que esta historia se repite: en otras ciudades del mundo se han construido viaductos similares, y lo único que han traído es el fenómeno de la demanda inducida: más espacio, más autos que antes no estaban.
El 12 de julio de 2023, el movimiento #UnRíoEnElRío presentó una solicitud de audiencia pública. Su meta era abrir un diálogo transparente con las autoridades, para proteger este ecosistema invaluable. Han documentado cada carencia y cada error del proyecto con rigor, presentando pruebas contundentes. Pero el gobierno parece sordo ante las voces de la ciudadanía y de la naturaleza.
La construcción del viaducto Morones Prieto amenaza a más de 850 especies oficialmente documentadas: garzas, castores, tortugas de concha blanda, la mariposa monarca, mojarras, tlacuaches, sapos, ranas… una lista que crece con cada nueva expedición al río.
La Ley General de Movilidad y Seguridad Vial es clara: se debe priorizar la movilidad activa, el transporte público y la seguridad de todas las personas antes de expandir la infraestructura para automóviles. Pero aquí, están eligiendo las máquinas sobre la vida.
El viaducto elevado sobre el río Santa Catarina no es sólo un error técnico: es un atentado contra la vida que nos rodea y nos sostiene. Cada columna de concreto es un golpe contra los seres que comparten este hogar con nosotros: las aves que surcan el cielo, los peces que nadan en sus aguas, los insectos que danzan entre las flores, las personas que encuentran en el río un respiro y un espacio de conexión.
En tiempos en que urge proteger lo que aún nos queda, enterrar el río bajo toneladas de concreto no es progreso: es ceguera. Hoy tenemos la oportunidad de alzar la voz y defender a quienes no pueden hacerlo. Porque el río Santa Catarina no nos pertenece, pero somos responsables de su futuro.
Agradecimientos especiales y reconocimiento a mis principales fuentes de información @unrioenelrio y iNaturalistmx.
Gracias por su activismo y lucha.
Todas las fotos presentadas aquí son de Andrea Villareal Rodríguez.